¿La Ocupación? ¡Nunca Jamás!

15 de julio de 2006

¡Qué mala pata! Diez días antes del estallido de la guerra en Líbano compramos un piso en Nahariya.

Habíamos estado buscando un sitio, durante un año. Fuimos a Chipre para ver las hermosas nuevas urbanizaciones en la costa norte - era de verdad una ganga, si a una le da igual establecerse en un territorio ocupado. Pensamos en la isla Mauricio pero lo que se ahorraba en la compra sobrepasaba lo que nos hubieran supuesto los gastos de avión. Así que finalmente nos decidimos por un piso en construcción en la localidad más bonita de Israel en la costa mediterránea - justo a cinco millas al sur de la frontera con Líbano.

Buscábamos una vista al mar. Si se hubiese construido ya la terraza podríamos haber visto a la marina israelí desplegarse a lo largo de la costa para asediar el Líbano. Queríamos estar cerca del kibutz Sa'ar, justo al norte de Nahariya, donde vive una de mis hijas, salvo cuando evacua hacia lugares más seguros al sur. Y queríamos un lugar para evadirnos de la turbulenta Jerusalén, un sitio donde poder pasar largos fines de semana tranquilos y eventualmente una jubilación serena. Varias decenas de mísiles cayeron en su kibutz y en nuestro barrio tranquilo este fin de semana.

Al escuchar los medios, a mis vecinos, al empleado de la gasolinera, me he quedado estupefacta por su falta de comprensión: "Abandonamos Gaza, nos disparan mísiles desde allí. Abandonamos Líbano, secuestran a nuestros chicos. ¿Cómo pueden esperar que abandonemos Cisjordania? ¡Nunca jamás!"

Estas opiniones, expresados por una mayoría de israelíes estos días, no pueden más que llenarme de espanto sobre la manera en que funciona la Gran Mentira: Repítase con la suficiente frecuencia, de forma pública, por dirigentes políticos y religiosos y el país entero/el mundo empezará a creer que Israel es inocente de toda maldad y que estos ataques han surgido de un vacío político.

Como si no existiera la ocupación. Como si Gaza no estuviera asediada. Como si no fueran 39 años (y suma y sigue) de opresión militar y política con todos sus asesinatos, sus mutilaciones, sus destrucciones de casas y la destrucción de los medios de existencia que esto implica. ¿Qué hay en relación al "fin de la ocupación" que no entienden?

No, no justifico los mísiles Qasam o los mísiles Katiusha lanzados sobre ciudades israelíes ni el secuestro de quien sea (incluso de soldados armados en los tanques). No justifico ningún ataque por mísiles ni los atentados suicidas o provocados por control remoto.

Como tampoco justifico el bombardeo sin fin de Gaza o del Líbano - por tierra mar y aire - por ningún motivo que sea, y todavía menos por objetivos más dirigidos a complacer a la opinión pública que por alcanzar cualquier objetivo político. "Como podríamos no responder cuando matan y secuestran a nuestros soldados?" ha preguntado Yuli Tamir, nuestra ministra de educación (por el amor de Dios) y antigua militante de Paz Ahora. Como si los bombardeos debieran seguramente llenar de remordimiento a los dirigentes de Hezbolá que luego dejarían a nuestros chicos volver a casa.

De modo que como es habitual en las guerras, tenemos una alianza entre responsables políticos chauvinistas de los dos lados, atizando el patriotismo mientras que siguen los combates sobre pantallas situadas en unos búnkeres subterráneos. En Israel esta guerra entusiasma absolutamente a la derecha: la escalada refuerza el enfoque militarista de la resolución de problemas, desacredita la tesis de que Israel debe salir de los territorios ocupados y aleja la guerra actual de sus raíces en la ocupación que no cesa. ¿Qué hay que no seduzca en esta guerra?

Y como de costumbre en Israel algunas organizaciones pacifistas irritables - la Coalición de Mujeres por la Paz, Gush Shalom, Ta'ayush y algunas otras - aumentan su presencia en las calles. A la concentración de Mujeres de Negro del viernes pasado, llevábamos nuestras pancartas habituales "Pongan Fin a la Ocupación" apoyadas con paneles que decían "Paren las Matanzas - Negocien!" (y "Es la Ocupación, Estúpido"). Pero cuando rugen los cañones pasa lo mismo con los transeúntes y allí había una docena de policías para evitar cosas peores que palabras o gestos.

Llegará un día en que esta pequeña esquina del Mediterráneo tendrá otra vez veleros y deportistas, espero con impaciencia esta vista desde mi terraza. Todavía sigo pensando que fue una buena inversión.

Shalom, Salam de Jerusalén,

Gila Svirsky
Coalition of Women for Peace
www.coalitionofwomen.org

Traducción del inglés: Yolanda Rouiller, MdN